diumenge, 30 de juny del 2013

Dan asco.


Como si fuera una ilustración de la entrada de hoy de Palinuro sobre la codicia, encuentro esta imagen en Twitter que ya lo dice todo, aunque en ella faltan Aznar y Mato, quienes debieran estar.

No es Bárcenas. Bárcenas solo era un mandado que ejecutó un plan seguramente pensado por sus jefes, Aznar y Rajoy, para financiar ilegalmente el PP y conseguir que ganara las elecciones que no merecía ganar. De ese modo, todas las consultas electorales y sus resultados desde los años noventa pueden ser falsos, producto de la mentira, el abuso, la corrupción. Todos los gobiernos del PP salidos de esas elecciones amañadas son ilegales y sus decisiones debieran ser anuladas por los tribunales.

Además de financiar ilegalmente el PP, el plan parece haber incluido un proyecto para enriquecer a sus ideadores, llenar sus bolsillos con dinero de todos los colores, asignarse prebendas inmensas y beneficiarse de la generosidad de presuntos delincuentes como Bárcenas y Correa, sobre todo Correa, el dadivoso, a base de bodas de lujo de arribistas paletos, viajes de placer, regalos suntuarios, fiestas de familia y coches de alta gama dotados de últimas tecnologías, incluida la invisibilidad.

Lo que la contabilidad barcéniga muestra es un plan deliberado para captar donaciones ilegales de empresarios, trocearlas para burlar al Tribunal de Cuentas y repartírselas luego en forma de sobresueldos. A cambio, los empresarios recibían adjudicaciones millonarias de las administraciones públicas controladas por los cómplices, amigos y protectores de Bárcenas. Se cierra así el círculo podrido de la corrupción que es la esencia misma de los gobiernos del PP; y la víctima última del expolio, por supuesto, el erario público, esto es todos los españoles a los que estos presuntos sinvergüenzas llevan años robando y que ahora tienen que pagar con sus ahorros, sus magros sueldos, sus pensiones, sus casas, el latrocinio organizado de esta pandilla de chorizos

Además de la financiación ilegal y lo que estos pájaros trincaban para sus bolsillos, empezando por el presidente del gobierno (1.500.000 euros en sobres) quedaba dinero para untar periodistas, fundaciones, columnistas, intelectuales que pregonan el neoliberalismo, la honradez y transparencia del PP y la necesidad de acabar con los sindicatos, los derechos de los trabajadores y las políticas públicas que refrenan algo la agobiante codicia del capital y sus lacayos. Literalmente fondo de reptiles para pagar bufones en todos los medios privados y públicos que controlan, que son muchos. Los medios y los bufones, verdaderos esbirros sin un átomo de dignidad personal.

Esta es la cruda realidad que el país debe afrontar: no es que el asunto de Bárcenas sea vomitivo como con toda razón dice Arantza Quiroga. Es que es el PP en pleno el que es vomitivo. Es que todos sus gobiernos están plagados de corruptos, estafadores, pillasobres y mangantes.

Es intolerable que esta pandilla de presuntos chorizos siga gobernando el país (es decir, esquilmando el país) y que, además, se permita el lujo de hablar como si fueran políticos y no eso directamente: presuntos chorizos que debieran estar todos en la cárcel.

De la codicia.


De vez en cuando un cura prominente, un obispo, el mismo Papa, se descuelga atribuyendo la crisis actual al generalizado relativismo moral de una época que ha dado la espalda a Dios. Los medios se hacen eco de la noticia pero esta no suscita muchos comentarios de plumillas o solemnes tribunos por considerarse que, aunque el clero ejerza su cometido, lo hace con unos argumentos peculiares y muy alejados del normal raciocinio de las cosas. 

Todo el mundo achaca la crisis a factores estructurales, objetivos, independientes de la voluntad de las personas, tanto más de sus creencias religiosas y morales o de sus sentimientos. La burbuja inmobiliaria, los hedge funds, la falta de controles, las políticas de desregulación neoliberales (si hablan los socialdemócratas), las sistemáticas intervenciones del Estado socialdemócrata en el mercado (si hablan los neoliberales), la especulación financiera, son algunas de las causas invocadas. El olvido de Dios tiene aquí escaso cometido.

Y, sin embargo, los curas no andan esta vez tan descaminados. Ya sea la burbuja, los fondos, la desregulación o cualquier otra razón, en el fondo de la crisis aparece un elemento de motivación humana presente en todas las explicaciones: la codicia, el desmedido afán de riquezas, la acumulación de caudales. Es algo parecido a la explicación eclesiástica del olvido de Dios, pero no es lo mismo. Y no es lo mismo porque los curas son los primeros en sucumbir a esa oscura pasión de la codicia.

Es la codicia la causante de la crisis; el afán de lucro llevado al paroxismo en un terreno falto de normas o despojado de ellas. Los ejemplos los tenemos a diario: fortunas que se calculan en miles de millones de euros. ¿Para qué puede querer alguien miles de millones de euros? Es como esos magnates, gobernantes ladrones o delincuentes de éxito que poseen colecciones de cientos de coches de lujo. Nadie puede conducir de modo placentero cientos de coches en su vida. Esa es la cuestión, el problema de la codicia es su falta de límite. La clase ociosa, según Veblen se consagraba al consumo ostentoso. La acumulación de riquezas tenía una finalidad humana comprensible: hacer rabiar al vecino de envidia viendo cómo entras y sales de tu casa a través del helipuerto de tu terraza. Pero la actual epidemia de codicia ya no es como aquella. Hasta el consumo ostentoso ha desaparecido. De vez en cuando puede salir alguna noticia especialmente llamativa como que tal o cual gobernante tenga una especie de serrallo de menores en una villa del Mediterráneo, por ejemplo. Pero, justamente, cuando se conocen se entienden como delitos, no como ejemplos y los mismos protagonistas ocultan sus actividades en lugar de hacerlas ostentosas.

Hoy es tal la acumulación de riqueza que no hace falta manifestarla con verbenas. Al codicioso le basta con que se sepa. Tantos millones en cuentas en Suiza, tantos en paraísos fiscales. La lista de la codicia internacional la da todos los años el Forbes, los periódicos la reproducen y la gente se entretiene averiguando quién sea más rico, si Gates, Slim o Buffett. Para qué quieran estas gentes esas inmensas fortunas si ni siquiera pueden invertirlas, es un misterio. El misterio de la codicia.Vivir es acumular sin tasa y siempre quedará el consuelo de ser el muerto más rico del cementerio.

En un segundo escalón, los ejecutivos, aquellos famosos protagonistas de la revolución de los managers, de James Burnham, el antiguo trostkista, aparecen invadidos por el mismo virus de la codicia. Los gestores se ponen sueldos millonarios, se blindan frente al despido con cláusulas multimillonarias y se garantizan pluses y pensiones escandalosos. Seguramente hicieron la revolución, porque están quedándose con todo. Quieren escalar cuanto antes el paraíso de los ricos, subirse al carro. Los ejemplos de estos cuadros dirigentes en depredación directa de las entidades que gestionan los dan las cajas de ahorros. Un caso específico y pintoresco es el de Cebrián quien, al parecer, se autoasignó un sueldo de un millón de euros al mes en los años pasados, a cuenta de la menesterosa PRISA. Vuelve la pregunta ¿para qué quiere un mortal un millón de euros al mes? ¿Para sentirse Dios? Y ¿en qué cambia esta ingente acumulación el carácter y la imagen del personaje, cuyo valor tampoco coincide con su precio?

Los managers han probado asimismo que, además de las retribuciones estratosféricas que se autoasignan, pueden recurrir sin grandes miramientos a las vías ilegales para incrementar su peculio. A sus suculentas pagas como senador y tesorero, al parecer Bárcenas decidió añadir un buen bocado de comisiones ilegales y ahora se encuentra contando sus cuartos en una celda de Soto del Real. Hasta tres golosos sueldos llegó a acumular Cospedal y unos presuntos sobresueldos nada desdeñables. 1.500.000 euros puede haber recibido en sobres barcénigos el hoy presidente del gobierno. Hasta 700.000 el anterior presidente del PP, Aznar. Hasta 800.000 la ministra Mato y suma y sigue con lo más granado del PP que más parece la Cofradía del Santo Sobre.

La crisis ha ahondado la gran divisoria social, polarizando la sociedad en una ínfima minoría de acaudalados y una inmensa mayoría de desposeídos. Se esta esfumando el espejismo de las "clases medias", cuya misión era apaciguar los ánimos, moderar los gestos y buscar soluciones de compromiso. Los ricos son cada vez menos y cada vez más ricos y los pobres cada vez más y más pobres. O, lo que es lo mismo, una minoría detenta el capital y, con ello, todos los medios de producción y la inmensa mayoría no tiene nada y, ahora, con la riqueza concentrada como nunca lo ha estado, ni siquiera tiene trabajo. Y el futuro dirá porque esas ingentes cantidades de dinero, esas montañas de billetes en unas cuantas manos, producto de la especulación, el delito, la codicia y la explotación de los trabajadores son improductivas, no se invierten en nada últil que genere riqueza y trabajo, sino que solo se mueven en circuitos ficticios y solo sirven para generar más dinero, para hacer más ricos a los ricos, nominalmente porque ya no pueden serlo más. Pero siguen acaparando, acumulando, con el Estado a su servicio, dándoles beneficios fiscales, amnistías, facilidades para continuar hundiendo la economía productiva.

Es la codicia de la gente, una pasión irrefrenable e insaciable.

(La imagen es un grabado de Georg Grosz, titulada "La libertad del obrero".

dissabte, 29 de juny del 2013

Una agonía en diferido.


El comportamiento de Rajoy, el enroque numantino en el silencio, solo roto con expresiones desconcertantes, tiene al personal maravillado. Hasta en su partido se hacen cruces de hasta dónde quiere este hombre prolongar el trance inevitable de su dimisión. Es inaudito que se siga aceptando esta situación grotesca de que un presidente de gobierno se niegue a dar explicaciones de sus actos cuando se encuentran bajo vehemente sospecha de corrupción. De seguir así podemos encontrarnos con que Rajoy, hipotéticamente citado por el juez, declare que ya ha dicho todo lo que tiene que decir.

Exactamente lo que hizo ayer, cuando le preguntaron por el asunto de Bárcenas (primera pregunta). Afirmó: Sobre ese asunto ya he dicho cuanto tenía que decir. "Ese asunto" es Bárcenas, cuyo nombre sigue sin salir de la boca del presidente, al menos en público. Parece como si los papeles que lo señalan como receptor de un millón y medio de euros fueran propiedad de nadie. Pero no a la astuta forma de Ulises, sino de nadie en sentido estricto. Bárcenas no existe. Y lo que no existe, caramba, no tiene nombre. Eso es cierto pero, en su ingenuidad algo primitiva, él da la vuelta a la proposición: lo que no se nombra, no existe.

Pasemos por alto este recurso algo ridículo en atención a la guerra de nervios a que el presidente está sometido y vayamos al contenido de su declaración. Afirma que no va a seguir hablando del "asunto" porque ya lo ha dicho todo. Raro sería que fuera cierto, tratándose de alguien que no solo falta a la verdad sino que lo admite. Para comprobarlo, vamos a rastrear todo lo que ha dicho hasta ahora al respecto.

Su primera y más sonada afirmación fue en 2009, al sostener bien alto que nadie podrá probar que Bárcenas y Galeote no son inocentes. Por aquel entonces, Bárcenas existía, tenía nombre y Rajoy lo pronunciaba, pues era su amigo y persona de confianza a quien él había designado. No padecía aún esa amnesia selectiva. Y no solo tenía nombre. Tenía su honradez archidemostrada, era Senador de la Nación y tesorero del PP. Lo importante, para trincar, claro, era lo segundo. Pero su garante era Rajoy.

¿En qué momento desapareció Bárcenas y perdió sus atributos, incluido el nombre? Sencillo, en cuanto se hizo público y fue oficial que en el PP llevaban años cobrando sobresueldos barcénigos en sobres, según los papeles en poder del juez. Allí fue donde, a la pregunta de un periodista, casi al vuelo "¿hubo sobresueldos en el PP?", Rajoy respondió, esquivo, sin detenerse, casi a la carrera: Sí, hombre. Una expresión que no quiere decir nada, puesto que no es un "no" claro, sencillo, rotundo.

El "no" vendría un mes después, pero transmitido a través de una pantalla de plasma, en forma de breve alocución leída en la que había una sola referencia al "asunto". Rajoy se ponía serio y afirmaba que Nunca he recibido ni he repartido dinero negro. Y, para demostrarlo, se declaraba dispuesto a mostrar su declaración de la renta. Dejando al margen el hecho de que nadie, ni Rajoy seguramente, declarará a Hacienda cualquier posible dinero negro, el hecho es que facilitó la de un año y no correspondiente a los ejercicios en los que se le achacaban los cobros. En todo caso, la cuestión de la "negrura" del dinero no puede decidirla el propio interesado sino que corresponde a los jueces en un sentido jurídico y a la ciudadanía en uno político. O sea, seguía sin decir nada ni probar nada.

Como el escándalo arreciase y Rajoy no pudiera refugiarse tras el plasma por verse obligado a mantener ruedas de prensa en el extranjero, a las insistentes preguntas de los periodistas decidió dar un mentís categórico a su modo y creyó zanjar la cuestión diciendo: Todo es falso, salvo alguna cosa. Estas sorprendentes tonterías acabarán formando una antología de necedades como las que a veces se hacen de los presidentes especialmente incompetentes, por ejemplo, Bush. Pero, a nuestro efectos, el buen hombre continuaba silente, sin explicarse. 

Y cargado de razón ayer, tras haber respondido que no tenía nada que decir a la primera pregunta de los periodistas, zanjó la segunda con un asombroso ya tal que provocó la hilaridad de los asistentes, a carcajada limpia.

Porque, ¿puede considerarse que los dislates y absurdos que el presidente ha ido hilando en los seis meses desde la revelación de los papeles bercénigos sean haber dicho algo? Hasta el momento no ha dicho nada, se ha callado, no se ha querellado con Bárcenas y ha ordenado a sus subordinados en el partido (y casi todos ellos figurantes en la contabilidad de los sobresueldos) que mantengan un silencio propio de omertà. Si ya ha dicho "todo lo que tenía que decir", todo lo que tenía que decir resulta ser nada. Rajoy no ha dicho nada en seis meses respecto a la cuestión esencial: ¿cobró usted o no 1.500.000 de euros, se subió el sueldo más de un 20 %, mientras pedía e imponía sacrificios y recortes a sus paísanos y encima los engañaba insinuando que tenía problemas a fin de mes? ¿Sí o no?

La situación es bastante mala porque, siendo evidente para todo el mundo que Rajoy debe dimitir, no hay nadie en su partido que pueda imponer esa dimisión y quienes en teoría podrían hacerlo, Aznar, Gallardón, Aguirre, aparecen también salpicados en el "asunto" tanto como Rajoy, tienen presuntos sobresueldos, malversaciones, corruptelas de todo tipo por las que pueden ser encausados en cualquier momento y, como aquel, carecen de crédito y autoridad moral para iniciar regeneración alguna. La corrupción en el partido es general.

Esa corrupción debilita al gobierno del Estado en un momento decisivo, cuando se intensifica la pretensión independentista catalana. Tengo para mí que los dos partidos dinásticos y nacional-españoles, el PP y el PSOE, no calibran bien el alcance y el respaldo de esa pretensión. Piensan con categorías del pasado que podrán frenar el independentismo valiéndose del Tribunal Constitucional y, en último término, de medidas coactivas de otro tipo. También abrigan la esperanza de desactivar el independentismo mediante concesiones de carácter económico; cediendo en la cuestión del cupo, por ejemplo. Piensan, sobre todo en el PP, que así se atraen a CiU a la causa española, al menos de momento. Lo suficiente para salvar los trastos. Quienes vengan detrás, que arreen. Es un error de visión de estos políticos de vuelo raso. Lo verán en los próximos meses. Y una cuestión importante en todo esto es cuál sea la autoridad del gobierno de Rajoy, que es un zombie, para hacer frente al mayor desafío hasta la fecha a la planta territorial española.

(La imagen es una caricatura mía sobre una foto de La Moncloa en el dominio público).

divendres, 28 de juny del 2013

El innombrable entra en la cárcel.

El país entero celebró ayer la entrada en prisión de Bárcenas y el triunfo de la Roja. La noticia de que el juez enviaba al ex-tesorero al trullo conmocionó a todo el mundo y tuvo el poder de levantar del asiento en vilo a Cospedal, quien abandonó el pleno de su parlamento, diez minutos antes de que estallara la bomba mediática.

Ahora bien, lo importante de esta noticia no es ella misma pues prácticamente nadie entendía ya qué hacía el pájaro fuera de la jaula con todo lo que se sabía de él. Su encarcelamiento se daba por descontado. Lo importante, lo electrizante, es qué va a suceder ahora, cuáles serán las reacciones de todos los implicados, prácticamente la cúpula del PP, parte del gobierno con su presidente a la cabeza y el presidente de honor del partido. No debe olvidarse que el asunto comenzó con una querella de IU contra Bárcenas y Álvaro Lapuerta en la que estaban incluidos también Rato, Arenas, Trillo y algún otro. Sin duda, Bárcenas será juzgado por presuntos delitos contra la Hacienda, pero lo decisivo aquí es la interpretación política. Bárcenas era un mandado de Aznar y Rajoy. Este lo ascendió de gerente a tesorero, es decir, le dio las llaves de la caja. Es obvio que le incumbe aquí una responsabilidad política como una mole de granito.

Pero es que, además de los supuestos delitos contra la Hacienda, están los famosos papeles del tal Bárcenas que no es posible ignorar porque implican a Aznar, a Rajoy, Cospedal, Arenas, etc. A todo quisque, de esos que se pasaron los últimos años llenando las hemerotecas de declaraciones altisonantes sobre la acrisolada honradez del ex-tesorero, su indestructible inocencia, su buena fe y transparencia que, por supuesto, compartía con todo el partido, modelo de honradez cristalina. Es imposible acallar el escándalo de los sobresueldos barcénigos, por más que Rajoy haya impuesto un silencio casi trapense a su cofradía y él prefiera arrancarse la lengua de un mordisco antes que pronunciar el fementido nombre.

No, no es posible silenciar un asunto tan oprobioso. La cúpula del PP, según parece, lleva los últimos veinte años viviendo a lo grande a cuenta de los sobresueldos de Bárcenas y de los regalos de las más variadas formas de la Gürtel. Quienes suelen repetir que no están en política por la pasta estaban forrándose. Daban a esos cobros nombres fabulosos y ficticios, como gastos de representación o compensaciones por la penosa condición de diputado. Prueba de la mala conciencia con que se los embolsaban.

Esta ha sido patente desde el primer momento en el comportamiento de Rajoy: se ha negado a dar explicaciones, a hablar del asunto, a mencionar el nombre de Bárcenas. Ha afirmado su inocencia de forma dubitativa y balbuceante. Rehúye las ruedas de prensa. No admite preguntas. Habla a través del plasma. No da cuenta de sus ingresos. No se querella contra Bárcenas.

Y es inútil. En algún momento tendrá que aclarar Rajoy si cobró esas cantidades que figuran bajo su nombre en los papeles incriminatorios. Mientras no lo haga, estaremos autorizados a pensar que sí cobró tales cantidades. Durante años. Y ¿saben ustedes qué es lo más repugnante de esta repugnante historia? La desvergüenza, la hipocresía con que el personaje aseguraba que miraba su cuenta a fin de mes porque tenía los problemas de todos los ciudadanos. Por entonces, nuestro amigo, según parece, se embolsaba 200.000 euros anuales de sobresueldo. Si miraba la cuenta a fin de mes sería para que no se desbordara. Es decir, es  un embustero, un falso que, con tal de conseguir lo que quiere, no tiene inconveniente en engañar a la gente y hacerse pasar por lo que no es. 

No se entiende que una persona así sea presidente del gobierno. Y aun se entiende menos que siga siéndolo con lo que ya se sabe.

(La imagen es una caricatura mía sobre una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 27 de juny del 2013

Ya era hora.




Por fin el juez ha hecho lo que casi todos los españoles (excepto sus cómplices en el PP) esperábamos: meter a Bárcenas en la cárcel antes de que siguiera amañándolo todo y eliminando pruebas. Meterlo en la cárcel por corrupto, ladrón y sinvergüenza. Todo ello presunto, por descontado.

Pero Bárcenas no debe responder solo de lo que haya robado directamente para su bolsillo. Era el tesorero del PP, hombre de confianza de Rajoy, quien lo ascendió al puesto desde el que más podía robar y también de Aznar. Parte del dinero que Bárcenas obtenía iba a engrosar los bolsillos de Aznar, de Rajoy y de una docena más de altos dirigentes del PP que cobraban suculentos sobresueldos por estar en el PP y andar por ahí mintiendo sobre que ellos no estaban en política por dinero o que tenían que mirar sus cuentas a fin de mes porque tenían "los problemas de todos", según repugnante expresión de Rajoy, un hombre cuya calaña moral a la vista está. Una pandilla de tipos para los que hacer política en el PP era un negocio redondo.

Incidentalmente, Palinuro lleva meses pidiendo que la oposición pregunte a Rajoy en el Parlamento cuánto cobra, cuánto ha venido cobrando en los últimos años, por creer que este -el de la rebatiña de los mangantes- es el punto débil del PP y de Rajoy en concreto: la avaricia, la codicia, la mentira, el mangue y el trinque. Es obvio que la oposición no lo ha hecho, ignoro por qué. Rubalcaba está más interesado en pactar grandes cuestiones de Estado con el pillasobres de La Moncloa, como si a este le importara algo lo que no sea la pastuqui. Pero no es el caso de Cayo Lara y tampoco puso nunca en apuros a Rajoy en el Congreso preguntándole cuánto se metía en el bolsillo.

Bueno, pues parece llegada la hora de que por fin Rajoy aclare ante la ciudadanía cuánta pasta ha cobrado en sobresueldos. ¿700.000 euros, como Aznar, 1.200.000 como Arenas, 800.000 como Mato? ¿Cuánto?

Es Bárcenas quien puede aclarar esta cuestión desde el talego y es de esperar que lo haga. Por mucho que haya robado, es evidente que era un segundón a las órdenes de Aznar y Rajoy y que estos no son solamente responsables políticos en última instancia del desaguisado, que lo son. También parecen haber sido directos beneficiarios de los latrocinios barcénigos.

¿Qué? ¿Cuando devuelven todos los ensobrados la pasta y enfilan el talego?

Luces y sombras.


El articulista diario -un bloguero que se precie viene a serlo- espera que las noticias del día le deparen una idea para desarrollarla y exponerla con galanura. Y así suele suceder. Lo de la idea; lo de la galanura ya es cosa distinta. Una idea. Pero, a veces, la realidad se hace más abigarrada y en vez de una surgen dos o más ideas. El articulista no sabe a cuál atender pues las dos, si dos son, resultan atractivas, estimulantes, merecedoras de elaboración. Generalmente se acaba sacrificando una para concentrarse en la otra pero, a veces, decide uno escribir sobre las dos por la razón que sea. En este caso, las dos noticias dignas de comentario son la sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos y la decisión de Griñán de no repetir como presidente de Andalucía. Luces y sombras. ¿Cómo dejaremos pasar sin más esa decisión judicial tan importante para el progreso de la humanidad? Y ¿cómo no comentaremos la situación del PSOE cuando de él depende en gran medida el destino de nuestro país? La primera noticia invita al optimismo; la segunda, al pesimismo. El optimismo como el pesimismo van siempre juntos, como el Yin y el Yang o las oscilaciones del péndulo.


La consagración del matrimonio homosexual en la sentencia del TS de los EEUU es la justa coronación de una larga lucha por hacer efectivos los principios de igualdad ante la ley y de no discriminación en este caso por razón de la opción sexual. La humanidad avanza. Hasta en España, aunque a trancas y barrancas. El Foro de la Familia presentó una iniciativa legislativa popular en 2007 contra la ley de estos matrimonios, de 2005, que el Congreso rechazó. Antes, 50 diputados del PP presentaron un recurso de inconstitucionalidad que el Tribunal Constitucional resolvió en contra, consagrando el matrimonio homosexual en 2012. En España, al menos en eso, íbamos por delante. Pero la aceptación del TS estadounidense es decisiva por la influencia que ejerce en el resto del mundo. Todavía hace poco que París ha vivido movilizaciones masivas de ciudadanos contrarios a la aprobación de la ley de matrimonios homosexuales en la Asamblea Nacional. Unas manifestaciones de mucho radicalismo y visceralidad, como las que se produjeron en España a raíz de la aprobación de la ley, en las que iban unos iracundos obispos en primera fila. El argumento era salir en defensa de la familia clásica, amenazada por esta nueva perversión.

La decisión del TS de los EEUU tiene importancia, sobre todo, porque es una decisión de un órgano judicial, no político. Y si los jueces no aprecian que la legalización de las familias homosexuales ponga en peligro la familia tradicional no se ve cómo el Foro de la Familia, la Iglesia católica o la misma Reina de España pueden justificar una posición contraria si no es debido a sus prejuicios.

El derecho de los homosexuales a contraer matrimonio es incontrovertible. La idea de que la familia tiene una función exclusivamente reproductiva es falsa por partida doble. En primer lugar porque no solo tiene una función reproductiva, sino otras varias de orden convivencial. En segundo lugar es también falsa si por reproductiva solo entendemos una forma de reproducción e ignoramos otras, por ejemplo, la adopción. Pongo un ejemplo moral: estoy seguro de que habrá familias argentinas (o españolas) que se hayan hecho con hijos por medios fraudulentos, por ejemplo comprándolos y que, al mismo tiempo, se opondrán al matrimonio homosexual con el argumento de que las familias se han hecho para reproducir la especie.

En el otro lado, el lado de la sombra o la situación del PSOE, de nuevo cuestionada por la despedida de Griñán. Rubalcaba ha corrido a afirmar que esa decisión no altera el calendario del PSOE, no vaya el personal a razonar por analogías. Pero es inútil querer evitar que los razonamientos de Griñán sobre la necesidad de dar paso a gente nueva se apliquen a la actual dirección de los socialistas, prácticamente de una veteranía casi venerable.

En la izquierda nos gusta pensar que la cosa no va de personas sino de ideas, de actitudes. Pero las personas cuentan mucho. Tanto que se imponen a las políticas de los partidos. El PSOE en este momento es una hechura de Rubalcaba quien aplica sin contemplaciones su política de hacer una oposición responsable que, hasta la fecha, se ha resumido en un pacto de Estado con el gobierno y algunas vagarosas afirmaciones de que el pacto no obstaculizará una política de oposición exigente. Pero esta no aparece por parte alguna. Hay una creciente falta de visibilidad del PSOE, al tiempo que el gobierno sigue maltratando a la población, privándola de sus derechos, esquilmándola, empobreciéndola, obligándola a emigrar. Además, quienes están aplicando este duro programa de expolio son unas gentes muchas de las cuales han estado cobrando sobresueldos de dudosa licitud, dando así un ejemplo de cinismo y corrupción difícil de igualar.

Si en esta situación de verdadera indignación social el PSOE no tiene una presencia permanente, al lado de la gente de la calle que está siendo exprimida; si no es capaz de explicar qué sucede, quiénes son los responsables, cómo y por qué, ni de proponer alternativas, en verdad no está haciendo oposición. No creo exagerado pensar que a esta ambigüedad e indefinición deben los socialistas su sistemáticamente baja intención de voto. Cada vez más baja.

dimecres, 26 de juny del 2013

Variaciones moscovitas.


La peripecia de Edward Snowden recuerda, con todas las variantes, la de Julian Asange. Ambos son muy distintos por carácter, dedicación y posición en la vida y, sobre todo, por el contenido concreto de los secretos que han revelado. Pero, al final, se encuentran en situación muy parecida: dos hombres jóvenes, prácticamente apátridas, perseguidos por la mayor potencia mundial. Cuando al final de su vida Herbert Spencer, en la cumbre de la gloria, escribió El hombre frente (o contra) el Estado, dejó el legado del que ha bebido todo el pensamiento liberal y neoliberal, desde Ludwig von Mises y Hayek hasta la señora Thatcher y su discípula, la señora Aguirre. Había que parar los pies al Estado y, a ser posible, disminuirlo hasta aniquilarlo en nombre de la libertad irrestricta del individuo. Esa propuesta en el terreno de las ideas tiene ahora su plasmación gráfica en la aventura de Asange y Snowden, dos hombres enfrentados cada uno de ellos por separado al Estado más poderoso del mundo y, en el caso de Snowden, el suyo propio. El primero es perseguido bajo la acusación de un delito de revelación de secretos; pero al segundo le alcanza ya un reproche más grave: traición a la Patria, que tiene registros muy profundos en la política.

No sé qué hubiera dicho Spencer de esta situación porque, aunque era muy conservador, era más liberal y consecuente (no como los neoliberales de hoy) y detestaba el patriotismo. Pero esto es indiferente ahora. Se trata de dos seres humanos en busca y captura por la primera potencia del mundo que ya va desarrollando experiencia en esta práctica piratesca de dar caza a personas consideradas delincuentes o peligrosas fuera de sus fronteras. Manda aquella fuerzas expedicionarias al extranjero a capturar su objetivo (por ejemplo, Noriega en Panamá) o a asesinarlo (por ejemplo, Bin Laden en algún lugar remoto del Afganistán). Pero estos dos, en lugar de esconderse, plantean la lucha contra el Estado yanqui en términos jurídicos abiertos que este se ve forzado a observar: el asilo político, la condición de extraterritorialidad, la soberanía de los Estados. Son principios que los EEUU tienen que respetar quieran o no. No se puede enviar una Task Force a Londres ni a Moscú.

De Asange y WikiLeaks se ha escrito mucho. Palinuro simpatizó con la acción desde el primer minuto, considerando que WikiLeaks es un paso decisivo en el empleo de internet en favor de la transparencia y publicidad de los gobiernos, como corresponde al espíritu democrático, según el cual gobernantes y gobernados son lo mismo y no puede haber secretos de unos hacia los otros. El secreto como razón de Estado, que viene de tiempo inmemorial pero se consagra con la paz de Westfalia, en donde nace el Estado moderno, ya no es admisible. WikiLeaks es una conquista en defensa de los derechos e intereses de los individuos frente a la expansión permanente del Estado en nuestras vidas, espiándonos y engañándonos al mismo tiempo.

Esa es la peculiaridad de la acción de Snowden, que ha revelado a la luz pública la existencia de un potente programa de espionaje universal de la CIA. Espionaje de correos, de perfiles, de conversaciones privadas, de claves, asuntos personales, de millones y millones de personas en todo el mundo, incluidos los países "amigos". Por supuesto, Snowden es un peligro para la "seguridad" de estas operaciones ilegales de los EEUU mucho mayor que Assange. Por eso, los gringos lo persiguen con más saña, llamándolo "traidor". Querrían verlo comparado con Alcibíades, el condestable de Borbón, Clausewitz, etc., ejemplos de militares traidores que se pasaron al enemigo para luchar contra su patria. Pero en este caso los modelos no son aplicables ya que aquí no hay "enemigo". El supuesto "traidor" no ha cambiado de bando sino que simplemente ha informado a la opinión mundial de los tejemanejes ilegales de su gobierno en materia de espionaje.

Si hay que buscar un ejemplo que ilustre la situación de estos dos prófugos de las iras de ese gigantesco aparato, ese monstruo que todo lo vigila y lo manipula, es preciso acudir a la figura de Prometeo, el que robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres, el padre de la civilización. A Assange le han cambiado la roca del Cáucaso por un par de habitaciones en la embajada del Ecuador en Londres. Quitando el águila y su molesta costumbre, no sé qué será peor.

A su vez, el destino de Snowden está por determinar. De momento Putin afirma que se encuentra en la sección de tránsito del aeropuerto internacional de Moscú. Pero nadie lo ha visto. Lo que los periodistas han tuiteado del vuelo regular Moscú-La Habana, en el que debería haber embarcado el ex-agente de la CIA, es un asiento vacío. Assange, que coordina en parte la operación, dice que Snowden está en "lugar seguro". ¿Es el tránsito de Sheremetyevo un "lugar seguro"? Depende, supongo, de cómo les dé a los rusos. El razonamiento de Putin es perfecto: Snowden está en tránsito, por lo tanto, no está en Rusia. La complejidad de la historia se sigue de ese contrainfinitivo de "no estar": no está en el asiento, no está en Rusia. ¿En dónde está? En un limbo legal, en una burbuja, término hoy frecuente. Los estadounidenses no parecen sensibles a los argumentos legales. Quieren a su hombre ya. Volvemos a la política del garrote. "Speak softly and carry a big stick"  ("habla suavemente y blande una gran estaca") decía Teddy Roosevelt. Pero no parece que la amenaza vaya a hacer mella en los rusos. Así que ¿qué puede suceder?

La imaginación es libre. Supongamos que se acumulan problemas legales, trabas administrativas y que la estancia de Snowden en la zona de tránsito se prolonga. Podría quedarse ahí una buena temporada. Sería como un cuento de Cortázar, cuya Rayuela anda de celebración. Pero el tránsito no es zona especialmente segura. Alguien desconocido podría secuestrar al ex-agente, quien desaparecería sin dejar rastro. Las sospechas recaerían sobre los rusos. Pero estos podrían decir que no saben nada y, si acaso, castigar a un policía de guardia por haberse dormido.

¿Y qué sucede si, por fin, Snowden embarca en un vuelo? Solo podría hacerlo en uno con destino a un país que no fuera a extraditarlo acto seguido a los EEUU. Y seguramente solo habrá dos o tres en el mundo. Los EEUU podrían vigilar ese vuelo y, ¿por qué no?, salirle al paso, interceptarlo y obligarlo a desviarse a Washington. Por supuesto, sería un acto de piratería aérea inaudito pero encontraría gran apoyo en la opinión estadounidense, para que se vea quién manda aquí. Cierto, es improbable. Pero no imposible ¿verdad? Supuesto el despegue, los cazas rusos podían escoltar el vuelo en el espacio aéreo ruso, pero ya no en el internacional. Y los aviones yanquis podrían dar caza a su presa sobre el Atlántico que esta no tiene más remedio que cruzar pues la ruta del polo la lleva directamente al espacio aéreo estadounidense.

En la nueva aventura de Prometeo nos jugamos mucho. El premio Nobel de la paz, Obama, ha resultado uno de los presidentes más agresivos y belicosos en tiempos de paz, no ha cerrado Guantánamo, ordena asesinatos extrajudiciales y espía a todo el mundo. ¿Por qué no se embarcaría en una locura de este tipo? Recuérdese: a big stick.

(La imagen es una foto de thierry Ehrman. Abode of Chaos, bajo licencia Creative Commons).

dimarts, 25 de juny del 2013

La justicia y la política.


La política y la justicia son dos actividades muy dignas en sí mismas. La política está mucho más desacreditada que la justicia, pero no es por la cosa en sí, sino por el uso que de ella hacen los que la practican, los políticos. La proporción de políticos corruptos es muy superior a la de jueces corruptos. Pero mucho. Tanto que, aunque la justicia también tiene sus defectos y vicios, acaba apareciendo como el único amparo de los ciudadanos frente a una bellaquería de los políticos, una voracidad y un despotismo a veces insoportables. No sería así si cualquier delincuente pudiera hacerse pasar por juez con la facilidad con que puede hacerse pasar por político. Estamos acostumbrados. ¿No crearon Jesús Gil y Ruiz-Mateos sendos partidos o agrupaciones de electores para sus fines particulares, incluido el de ponerse a salvo de la justicia? ¿No anda Mario Conde también tonteando en la política?

Cierto, estábamos acostumbrados. Y, no obstante, la tremenda peripecia de Berlusconi nos pone ante una evidencia preocupante: la fuerza de una política corrupta a la hora de tergiversar el curso de la justicia casi hasta ponerlo a su servicio. Al final del camino, la justicia ha decidido y ha condenado. Pero ha costado casi veinte años. Ha costado que Berlusconi instrumentalizara todos los mecanismos e instituciones de poder de su país y de hecho convirtiera el sistema político en una especie de juego mafioso al servicio de sus intereses. Ayudó y mucho que tuviera un cuasimonopolio televisivo y una influencia determinante en los medios impresos. Con los audiovisuales públicos en sus manos, Berlusconi tenía casi un poder absoluto del universo mediático italiano. Una prodigiosa manipulación nacional.

Y, no obstante, durante esos años, il cavaliere ha protagonizado numerosos escándalos con los más insospechados ingredientes, ha hecho declaraciones agresivas contra la judicatura, ha jugado de tal modo con la actividad legislativa y ha comprado voluntades de representantes tan a mansalva que ha dejado el prestigio del Parlamento por los suelos. El único sentido de la política en Italia era conseguir que a Berlusconi no lo pillaran los jueces, que pudiera burlar la ley.

Vale. Berlusconi parece haber sido gran amigo de Aznar, por sí mismo o a través de su yerno. Da igual. El caso es que el hombre acudió al inenarrable espectáculo de la boda del Escorial, en compañía de Correa, el Bigotes e tutti quanti de la corrupción española. No cayó allí por casualidad. 

En España no hay un Berlusconi que truene contra los jueces en la radio y la televisión llamándolos rojos, comunistas o resentidos. No, aquí hay muchos berlusconcitos, disparando contra la judicatura. Portavoces, voceros, personalidades relevantes, significativos dirigentes que, en lugar de colaborar dligentemente con la justicia, le ponen trabas y la acusan de parcial, sesgada, animada de inconfesables pasiones. Dice el señor Floriano, cuya capacidad para hacer el ridículo es directamente proporcional a la necedad de sus afirmaciones, que aquí no hay un proceso judicial, sino una causa general, se entiende, contra el PP y movida "por insidias". La soga en casa del ahorcado. Primeramente, no debiera hablar de "causa general" el portavoz de un partido fundado por un ministro de Franco quien, hasta la fecha, es el único que ha abierto una causa general en España. En segundo lugar, lo que de general tiene la causa no lo decide el juez sino los encausados que, por lo que va viéndose, son todos los peperos que pintan algo: Aznar, Rajoy, Cospedal, García Escudero, Arenas, Mato, Barberá, Camps, Crespo, Bárcenas, Sepúlveda, el albondiguilla, Álvarez Cascos etc, todos se forraban a sobresueldos o recibían regalos suntuosos de una trama de delincuentes. Hasta los militantes, al decir de Arantza Quiroga, están "asqueados" con estos mendas.

Los jueces necesitan todo el respaldo ciudadano para ayudarlos a superar esta inquina y sistemática difamación de los poderosos, interesados en que de ninguna manera se haga justicia.

Una política basada en la ausencia de justicia solo es tiranía.

(La imagen es una foto de Alessio85, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 24 de juny del 2013

Pasadena Baby.


Si a una insinuación de El País hace unos meses Aznar le envió los abogados con una querella, ahora que el diario publica copias de documentos fehacientes -resaltados además en amarillo chillón, color del Vaticano y el escándalo- tendrá que movilizar una legión abogacil. Se está descubriendo todo el pastel y hay que actuar para encubrir, protegerse. Hay que tocar a rebato. En realidad, Aznar lleva en espíritu legionario desde la aparición de la bomba en diferido de Bárcenas. Ese espiritu es el que lo movió en sus últimas apariciones públicas, enrabietado y pidiendo solidaridad a los suyos pues cree que lo han abandonado. Aplicaba el punto tercero del Credo de la Legión, redactado por la flamígera pluma de Millán Astray: A la voz de ¡ A mí La Legión!, sea donde sea, acudirán todos y, con razón o sin ella, defenderán al legionario que pida auxilio. ¿Está claro, zoquetes? con razón o sin ella.

Pasadena Viajes, la empresa de Correa con la que comenzó la mayor historia de corrupción moderna, la Gürtel, facturó cientos de viajes a La Moncloa, incluidos los privados de la familia Aznar, el hijo, el yerno, etc. Pasadena, o alguna de esas empresas de nombres ingleses, pagó por la iluminación de la tramoya matrimonial del Escorial, a la que fueron personalmente invitados por el novio los cabecillas de la trama, Correa, el Bigotes, etc. El argumento exculpatorio: por entonces no se sabía que pudieran ser unos sinvergüenzas y unos delincuentes. ¿Y qué? Que no se supiera -si no se sabía- no quiere decir que no lo fueran. Al contrario, los modales que los nuevos papeles documentan son los típicos de los sinvergüenzas: contratas a dedo; troceando importes, para burlar controles administrativos; facturas sin cobrar o por conceptos imaginarios; y, en general un do ut des por el cual la Gürtel pillaba todo tipo de chollos en adjudicaciones de la administración que, además, luego sufrían sobrecarga de costes.

Ahora se explica por qué Aznar ordenó un barrido general de los ordenadores de La Moncloa antes de abandonar el cargo en manos del radical Zapatero. No dejó ni un bit de información. Lo único, me parece, la factura del barrido, estratosférica por cierto. Ese barrido general incluye, claro es, los cientos de recibos de Pasadena, que ahora se presentan como pruebas de presuntos delitos. Obró prudentemente para sus intereses. Pero no ha podido evitar que las fementidas facturas salgan a la luz. Aznar nunca ha sido muy convincente en su imagen de hombre integérrimo, por más que lo repetía constantemente: "el PP es un partido incompatible con la corrupción". Pero, ahora, con los papeles de Bárcenas a la luz pública, no es ya que su imagen se haya venido abajo revelando una especie de mangante sin límites, un truhán,  sino que le sería conveniente reservarse algunos abogados para su posible defensa. Bajo su gobierno, la administración pública en todos los niveles era la casa de Tócame Roque de la corrupción, territorio exento en donde pululaban los gurtélidos regalando relojes, viajes, trajes a manos llenas, sobornando a tutiplén a cambio de la adjudicación de eventos públicos en donde la trama, al parecer, se levantaba una pastuqui con una pizca de la cual untaban a regidores, consejeros y otros espíritus débiles y almas pecadoras.

La administración pública en los tiempos del España va bien era un patio de Monipodio. Políticos corruptos, dirigentes pillasobres, funcionarios venales, empresarios sin escrúpulos, curas codiciosos, periodistas de trinchera, caciques de recia estirpe o advenedizos, nobles bozales, trepas, estafadores y arribistas de todo matiz y pelaje. Todos al alimón en una disparatada exaltación de la quimera, el milagro: dinero para todos (para unos más, es lógico) a través de un frenesí de pelotazos, recalificaciones, comisiones, mordidas, facturas falsas, prevaricaciones, especulación salvaje, saqueo de las arcas públicas, administración delirante de las entidades públicas de ahorro y crédito.

Todo por la pasta. Pasadena Viajes, Special Events, Orange Market (o algo así). Qué aficionados son estos pintas a los nombres en inglés. También los socialistas tenían una empresa destinada a similares fines llamada Time Export, que vaya usted a saber qué quiere decir. Lo que importa es darse a conocer en la lengua del imperio. Lo de Pasadena Viajes revela cierta clase y mundo. La ciudad está en el condado de Los Ángeles y era paso obligado del Santa Fe Trail, convertido luego en el mítico tren de Santa Fe, tierra de aventuras y pelotazos. Urdangarin tiene aun más clase y sus empresas instrumentales tienen raíces griegas: Noos y Airzoon.

Pero sean los nombres como sean, el hecho es que parece tratarse de empresas constituidas para delinquir y para hacerlo en connivencia con políticos corruptos y funcionarios venales en detrimento del interés general. Empresas que jamás concurrieron a licitación limpia alguna sino que lograban sus fines mediante el compadreo, el soborno, el cohecho, el amiguismo y el caciquismo. Es decir, empresas que vivían de parasitar la administración pública a través de una red de corrupción cuyo último responsable era Aznar. En la España de la Gürtel, del PP, de Pasadena Viajes, la administración pública se ha gestionado con criterios de pillaje hasta inutilizarla. Lo han hecho los mismos que cobran por decir que la administración pública no sirve a las necesidades ciudadanas y es preciso privatizar los servicios. O sea, quedárselos ellos o sus amigos y clientes. Aznar lo hacía a la brava; este otro, por medio de comisiones de "expertos" repletas de mercenarios dispuestos a decir lo que se les ordene.

diumenge, 23 de juny del 2013

¡Qué falta de respeto!


Sí, ¡qué terrible falta de respeto! Pero ¿de quién a quién? A ver qué tal esta versión:

Es horrible el destino de las autoridades en España. Doquiera que vayan las escrachean sin miramiento alguno: ministros, el presidente del gobierno, presidentes de comunidades autónomas, el príncipe Felipe, la reina Sofía. Los pitan, los abuchean, les llaman cosas feas. En algún lugar de Youtube anda colgado un vídeo en el que se ve y oye a una ciudadana de Toledo increpar a Cospedal en la calle al grito de: "¡Ladrona, que robas a los pobres para dárselo a los ricos!" De inmediato empiezan las jeremiadas. Que si la falta de modales; si la buena educación, la tolerancia y el respeto al prójimo, aunque sea político. Porque uno puede entender que el personal abuchee al ministro de Educación cada vez que aparece en público pues la petulancia y soberbia del personaje (al que la opinión pública tiene en bajísimo concepto, inferior incluso al de Mato) lo está pidiendo a gritos. Pero, hombre, escrachear a todos los políticos ya es excesivo.

¿O no? La misma opinión que detesta al pío Wert cree que los políticos en general son un problema por pendencieros, indolentes y corruptos así como voluntariamente ignorantes de los problemas de la ciudadanía a la que dicen representar. Siendo esto así, no es de extrañar que, cuando la gente avista un político, lo abuchee. Lo extraño es que no lo corra a gorrazos. Porque, puestos a faltar, la falta de respeto de los políticos, especialmente de los peperos y sobre todo con mando en plaza a los ciudadanos sí que es patente. La ineptitud y la corrupción son las peores faltas de respeto, al lado de las cuales, los pitos y abucheos son lo menos que cabe esperar.

Para sostener esta conclusión basta con repasar aquí la biografía del último (por ahora) político del PP  imputado por corrupción, Rafael Blasco, que se encuentra en la Wikipedia. Su trayectoria es como una metáfora del tiempo ideológico que va del franquismo tardío a la transición y la conversión de esta en la segunda restauración borbónica. Se prueba así que en este partido-almacen no solo se da la habitual evolución de fervoroso falangista (estilo Aznar) a demócrata de toda la vida (también estilo Aznar), sino la contraria: de revolucionario impenitente a recio conservador de los valores establecidos. Es la era del fin de las ideologías, el indiferente color de los gatos confucianos, la soportable liviandad de lo postmoderno. Todo lo sólido convertido no en aire, sino en líquido; especialmente líquido contante y sonante. La era del tremendo relativismo que el hoy dimisionario Benedicto XVI denunciaba vigorosamente en su visita a Valencia en 2006, ante un caballero de la fe cristiana, como Blasco, prodigio de solidez, rectitud y fidelidad a los principios.

Según el texto en la red nuestro hombre empieza militando en la extrema izquierda, en el FRAP, nada menos; un grupo que propugnaba la lucha armada para derribar el capitalismo. Más tarde se hace interventor de administración local (algo que tiene que ver con la fiscalización de los cuartos) y, ya sentada la cabeza, se afilia al PSOE, incluso por vía conyugal, pues matrimonia con una hermana de Cipriá Ciscar, factótum del PSPV. Llega así a Conseller de Obras Públicas, de donde sale rebotado por un asunto de corrupción a lo grande que no se sustancia en condena penal por algún defecto formal, no porque resplandezca su inocencia. Privado de partido al que arrimarse, el tribuno intenta fundar uno propio; no le sale, pero acaba ingresando en el PP en donde ha ejercido todo tipo de cargos importantes, siempre administrando cuantiosos caudales públicos. Hasta que, finalmente, se descubre el llamado "caso copperación" según el cual, al parecer, este ya experimentado Blasco se ha apropiado de seis millones de euros originariamente destinados a proyectos de ayuda al desarrollo. Estafar es siempre feo; pero estafar a los más débiles es abominable. El famoso Roldán estafó a los huérfanos de la Guardia Civil y eso lo hizo especialmente odioso. Lo mismo con este Blasco.

Pero ¿qué me dicen ustedes? Pasar de la militancia en el FRAP a estafar a los más necesitados, con parada y probablemente cómoda fonda en el PSOE, es toda una aventura. En esa prolongada carrera de político profesional, Blasco ha venido predicando distintos discursos políticos, según del partido del que se sirviera. Predicando. Pero siempre ha venido haciendo lo mismo: mirar por sus intereses y, según parece, lucrarse por cualesquiera medios, lícitos o ilícitos. Probablemente es un caso extremo en el sentido de que incorpora el no va más, el alfa y omega de la trayectoria política, y habrá pocos que puedan compararsele. Pero la inmensa mayoría de los políticos del PP y un buen puñado de los que no lo son encaja en alguna fase de este periplo cuya característica esencial es decir una cosa y hacer otra. O sea, engañar.

¿Quién falta al respeto a quién?

dissabte, 22 de juny del 2013

La justicia en España


Fabra en la calle, jugando a la lotería que siempre le toca.- Blesa en la calle, pidiendo un juez "imparcial", o sea, que lo absuelva.- Bárcenas en la calle, cobrando finiquitos en diferido.- Aznar en la calle, dando lecciones de moral visigoda.- Urdangarin en la calle, empalmando ideas productivas.- La infanta en la calle, esperando la paralela de Hacienda.- Barberá y Camps en la calle, disfrutando del fervor popular.- Matas en la calle, defendiendo su palacete.- Mato y Rajoy en la calle, haciendo como que gobiernan.- Lamela y Güemes en la calle, cuidando sus negocios.- Ignacio González en la calle, arreglando su ático para el verano.- Crespo, Gallardón, García Escudero, Cospedal, Arenas, Álvarez Cascos y resto de la sobrecogedora recua en la calle, administrando sus cuantiosos bienes tan ejemplarmente adquiridos. Banqueros delincuentes indultados.- Grandes defraudadores, amnistiados, incluidos algunos primos del Rey.- El Rey en su trono contando los miles de millones de euros de su inexplicada fortuna.

Entre tanto: sindicalistas imputados sin acusaciones sostenibles.- Manifestantes malheridos, hostigados y multados.- Ancianos estafados.-  Inquilinos desahuciados a miles, muchos empujados al suicidio.- Periodistas detenidos por informar.- El juez Garzón, expulsado de la carrera judicial.- La causa de los crímenes del franquismo bloqueada en España y abierta en la Argentina.-  Otegi en prisión.

¿Justicia en España? No me haga reír, hombre.

El pacto y el duunvirato.


¿Bipartidismo? Aquí los partidos pintan poco y son los últimos en enterarse de la movida. Su función no es informarse y decidir. Su función es aceptar y justificar las decisiones de sus dirigentes, sean las que sean. Esto no es un bipartidismo sino un duunvirato. Resulta que el pacto era más que un pacto; era un Gran Pacto. Lo que iba a ser un acuerdo exclusivamente hacia el exterior, hacia Europa, dirige ya su mirada al interior. Los dos duunviros anuncian que también pactarán la reforma de la administración. En todo lo demás, advierte Rubalcaba ceñudo, en las pensiones, en la educación, la sanidad, nos tendrán enfrente. Bueno, pero, de momento, ya están juntos. Los dos defensores de la dinastía.

Los dirigentes con la valoración popular más baja de la historia de la democracia, son viejos amigos, compañeros de escaños, con experiencia ministerial ambos. Son muchos años en la sala de espera para ser el número uno. Eso probablemente genera solidaridad y simpatía. Rajoy no es con Rubalcaba ni la décima parte de faltón y grosero que era con Zapatero. Y Rubalcaba ya se sabe que nunca pierde el sentido. Así que se les ve a gusto. Siempre he sostenido que estos dos se entienden mejor entre ellos que cada uno con su propio partido. Por eso finalmente pactan y hacen la escena del sofá. Este gran pacto por el que algunos refunfuñan en el PSOE no es todavía una Grosse Koalition y se verá si acaba siéndolo en el futuro. Sí está claro que produce efectos como si lo fuera y en especial uno muy característico: la oposición no se hace en el Parlamento, sino fuera del Parlamento. Es una oposición extraparlamentaria. ¿Quién hace la oposición real hoy? Veamos:
  • El 15-M y movimientos semejantes que cuestionan la legitimidad del sistema político.
  • Los catalanistas. Quizá sea este uno de los motivos ocultos del pacto R/R. A ambos les parece de político de talla ocultar las intenciones. Pero a Rubalcaba el auge del soberanismo catalán le tiene muy preocupado y, con esa afición a lo opaco que le caracteriza, se ha reunido en secreto con algunos de sus barones para hablar de federalismo pero, sobre todo, para ponerle límites. Eso de los límites, a lo que sea, es muy querido por Rajoy y la derecha en general. La gente debe conocer sus límites, sí señor. ¿Hasta dónde vamos a llegar si cada cual hace de su capa un sayo? Mira por donde, había un motivo oscuramente nacional en este pacto.
  • Ada Colau y la PAH. El PSOE se desentendió a última hora de la faena del PP y dejó que fuera él  en solitario (no sé si con la sólita ayuda de UPyD) quien asesinara la ILP de dación en pago con la firma de 1.400.000 personas. También le ha dejado solo en el Parlamento europeo votando en contra de igual iniciativa. Le deja solo, sí; pero tampoco hace nada. En la oposición está la PAH.
  • La sanidad pública. El PSOE habla mucho de oponerse a la privatización, pero quien ha llevado a los tribunales todo el proceso de expolio de la sanidad pública a manos de un PP que ha actuado como un verdadero depredador, ha sido una asociación médica con fondos recaudados entre el personal sanitario. A estos nadie les reparte sobres. Al contrario, se los quitan. Pero han conseguido empurar por lo penal al wild bunch neoliberal de Esperanza Aguirre, ese puñado de empleados de grandes empresas médicas tornado en políticos que administraban los bienes públicos barriendo para casa.
  • Los profesores. La enseñanza en pleno. La portada de El País en que el chaval que ha obtenido la máxima nota en la selectividad, un 9,95, defiende la enseñanza pública de todos para todos es el mejor mentís lanzado a los mejunjes ideológicos de ese ministro, pésimamente valorado por la ciudadanía, a pesar de su apellido que quizá tenga interiorizado. Tan mala es la norma con que ha cumplido lo que debe de ser una penitencia impuesta por la Iglesia que el gobierno pone en marcha una campaña publicitaria en favor de la Ley Wert, como el que anuncia un detergente.
  • El llamado "mundo de la cultura". Los pitos y abucheos de ayer en el Real a este hombre tan engreído como petulante tienen que haberle tocado. No le abroncaban los estudiantes que, al fin y al cabo, él considera chusma; ni los profesores (en realidad unos perroflautas) todos ellos con sus camisetas verdes. Lo abroncaban los que él considera los suyos, los selectos asistentes al Real. La Reina a su lado, (¡qué trago, Señor!), era la viva imagen de María Estuardo o Santa Isabel de Hungría.
  • Todos los estamentos del Reino, excepto los registradores de la propiedad y la Iglesia católica. Desde los periodistas (bueno, no todos) hasta los bomberos.
  • Todos los públicos y curiosos que acuden a presenciar alguna ceremonia, inauguración o acto solemne y que aprovechan el paso de cualquier autoridad para "escrachearla".
Se observará que Palinuro no menciona los jueces. Los jueces no hacen oposición a nadie. Cumplen con su deber de hacer justicia. Lo que sucede es que es tal la corrupción del partido del gobierno que todo acto de justicia se interpreta como una agresión al PP y, dado que este vive enrollado en la bandera de España, a la Patria. Bastante trabajo tienen los jueces resistiendo las presiones de docenas de sinvergüenzas forrados de pasta acostumbrados a comprar las voluntades como el que compra palomitas en el cine.

Así que la pregunta no es retórica: ¿en dónde está la oposición? En la calle y, desde luego, en las redes sociales. Por supuesto, a estas tiene acceso todo el mundo: manifestantes y policía, víctimas y victimarios, nacionalistas y antinacionalistas, electores y elegidos. Tiene valor precisamente porque es de acceso libre y universal. Porque es un bien público que debiera proveerse a coste cero.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

divendres, 21 de juny del 2013

Hay que defenderse.


La invasión publicitaria. La publicidad está haciéndose muy agresiva en la red. Abres una pantalla con Firefox y se despliegan dos o tres más, invitándote a jugar en un casino o a aprender alemán. Lo anuncios se cuelan en la tripas de Blogger. Cuando te pones a trastear con la configuración aparece algún anuncio de computadoras sobrepuesto a tu pantalla, aunque transparente. ¿Y qué me dicen de esa nueva costumbre de minar los textos con hiperlinks? Estás leyendo un artículo de un periódico o tu propio post y aparece una palabra del texto, por ejemplo, "barco", resaltada como hiperlink. Si pinchas te lleva a un portal de alquiler de navíos. Aquí mismo hay dos que yo no he puesto; se han puesto "solos". Los trucos para llamar la atención son infinitos. Navegar está convirtiéndose en sortear la omnipresente publicidad. Seguramente es la base de financiación de la red y cada vez lo será más. Pero es extraordinariamente enojosa.

Espías. Y si la publicidad está en todas partes (durante tres años, al parecer, la parada de metro "Sol" se llamará "Vodafone Sol"), no digamos ya el espionaje. Los gobiernos vigilan la red, tratan de censurarla, la rastrean en busca de posibles delitos, ciberdelitos, que hay muchos. Acumulan informaciones, datos, sobre todos los ciudadanos. Vivimos permanentemente vigilados, escrutados por los poderes públicos. Si quieren lo saben todo sobre nosotros. Hoy casi todo el mundo usa el correo electrónico para ventilar sus asuntos, desde los oficiales a los más íntimos, desde una solicitud de licencia de obra hasta una declaración de amor. Y esos mails andan flotando por ahí, almacenados en los servidores, depositados en la nube en donde las agencias de espionaje pueden monitorizarlo, espiarlo todo. Por no hablar de la información que las redes sociales (en este caso Facebook) tienen en almacenamiento. 

La CIA tiene una red de espionaje global. Además, se permite el lujo de hacer que las grandes plataformas, las inmensas redes sociales, los gigantescos buscadores, Amazon, Twitter, Facebook, Google, eBay, trabajen y espíen para ella y que le pasen información. Cuando menos, lo intenta. Ese arrepentido de la CIA, Edward Snowden, que ha puesto en evidencia el aparato de espionaje de la Agencia a sus compatriotas y a todo el mundo, es otro héroe de nuestro tiempo, al estilo de Asange. Son los que revientan las claves secretas del poder y dan a la luz sus numerosas fechorías. El secreto de Estado en sociedades democráticas no cuela. Esa rebelión de las redes, de internet, contra el despotismo del Estado, incluido el supuestamente democrático, es el más interesante fenómeno de nuestros días. Las redes vigilan los poderes, los critican, los denuncian , algo antes inimaginable. Las redes es donde se articula la defensa de la ciudadanía contra las extralimitaciones del poder. Que sepan los espías que los espían y sus trabajos y afanes se expondrán a la luz pública. 

La resistencia. Los episodios de Turquía y el Brasil tienen muchos elementos en común. Y con otros anteriores. En una época en que las viejas tácticas revolucionarias de lo motines callejeros, los pronunciamientos, las insurrecciones y los enfrentamientos civiles, ya no parecen posibles porque los poderes cuentan con unas fuerzas de represión muy eficaces, el recurso a la movilización masiva reiterada, lo ocupación de los espacios públicos, son tácticas nuevas que han venido aplicándose desde la primavera árabe de 2010 y han servido para derribar gobiernos, habiendo degenerado en bastantes lugares, como en Libia o Siria, en guerras civiles. 

Son movimientos nuevos de defensa y de resistencia ciudadana frente a los cuales las reacciones de los gobiernos suelen ser de desconcierto. Lo indudable, sin embargo, es que serían imposibles sin la red, que se dan en el ciberespacio. No se trata de la cuestión, manifiestamente retórica, de que la revolución no pueda hacerse solamente en las redes sino de la comprobación de que las redes son instrumentos potentes de la revolución. 

dijous, 20 de juny del 2013

Como Dios manda.


Se le llenaba la boca de Dios a Rajoy en la campaña electoral de 2011; y antes. Había que hacer las cosas con sentido común, sin ocurrencias; él era un hombre previsible, que llamaba al pan, pan y al vino, vino; pensaba, además, gobernar como Dios manda. Ignoro cómo mandará Dios; pero, si me fío de lo que sus creyentes dicen de él, supongo que mandará se gobierne con justicia y sin iniquidad. Supongo, porque hay dioses y dioses. El mismo de los cristianos tiene momentos que ya, ya. Supongo asimismo que mandará gobernar con honradez y atendiendo a la cosa pública pero no para apropiársela. Aunque aquí el que manda puede ser el gigante Caco, que ve con buenos ojos hurtos y robos.

En todo caso, si Dios manda gobernar causando aflicción a los gobernados, permitiendo que los priven de sus casas; retirando subvenciones a los parados, medicamentos a los enfermos, becas a los jóvenes, salarios a los trabajadores, sisando la pensión de los viejos; si ordena salvar bancos y grandes empresas en ruina (como las autopistas de Madrid), mientras hay millones de personas viviendo por debajo de la línea de la pobreza y miles de niños pasan hambre; si no hay dinero para que coman los niños en las escuelas pero sí para restaurar la basílica del Valle de los Caídos; si esto es así, su sentido de la justicia parece contradecir todas y cada uno de los obras de caridad que su iglesia ordena. Y no hay Teodicea que lo salve.

El punto de la honradez es insoslayable. No cabe pensar que Dios mande lucrarse en el gobierno o en el partido. Y, sin embargo, es lo que ha sucedido, a tenor de los papeles de Bárcenas. Según estos documentos, para muchos dirigentes, ser del PP es un chollo. Además del sueldo que te paga el Estado -o sea, los contribuyentes-, el partido te astilla una pasta en forma de sobresueldo, aunque disfrazado contablemente como gastos de representación que, en el fondo, también pagan los contribuyentes bien de modo directo (pues los partidos tienen financiación pública) bien indirecto e incluso posiblemente torticero, a través de donativos de empresarios que obtienen luego jugosas contraprestaciones. Lo que sucede es que los contribuyentes ignoramos estar pagando también los sobresueldos. Los que los cobran, o han cobrado, lo niegan o lo ocultan o lo admiten a regañadientes, prueba evidente de que también a ellos les parece mal, algo reprobable.

El caso de Rajoy es diáfano. Niega haber recibido sobresueldos, pero los papeles de Bárcenas hablan de un millón quinientos mil euros en varios años. Y eso que no está en política por dinero, según propia confesión. Si llega a estarlo, más que el presidente del gobierno, sería el Tío Gilito. Rajoy no puede seguir ignorando esta situación. Tiene que hacer una declaración pública y dimitir. Eso es lo democrático por mucho menos.

Pero llega el pacto que hoy firmarán los dos lideres principales españoles. Se presenta como un acto de responsabilidad. Los dos principales partidos se unen frente a Bruselas. No son los dos grupos de irresponsables que llevan meses, años, insultándose de modo permanente, lo que les acarrea la mala opinión de la ciudadanía. Desde luego, no somos así: tomamos en cuenta los intereses del país. Tenemos visión de Estado.

Es una operación de imagen. Parece haberlo propiciado asimismo el Rey, con lo que se transmite una imagen institucional, de triunfo del Estado, de España. Quedan fuera, como siempre, los rojos y los separatistas, a quienes se presentó el acuerdo pro forma para que nadie se queje de no haber sido invitado. Teniendo en cuenta la estrecha vinculación de los tres pies del pacto con la iglesia, sin duda andan bajo el mandato de Dios. Ahí, el que parece estar más fuera de campo es Rubalcaba. Pero su presencia es precisamente su gran baza: aparecer como partido de Estado, necesario incluso cuando está en la oposición.   Es una imagen muy del turnismo decimonónico, con el Rey propiciando una operación que le permita recuperar el prestigio perdido por sus devaneos y tonterías. 

Pues sí, como Dios manda.

dimecres, 19 de juny del 2013

La sensación de asfixia.


Dice Rajoy que la sensación de asfixia que había hace un año ya no existe. Su asesor de comunicación le ha dicho que ha de mostrar optimismo, ser triunfalista, pero sin pasarse. Así que no es que no nos asfixien, sino que no tenemos sensación de ello. Pues será porque no lee los periódicos, ni escucha la radio, ni ve la televisión, ni habla con los amigos en el bar. Sensación de asfixia, de agobio, de incredulidad, desconcierto. Las noticias se suceden en cascada, abrumando al personal. La gente se suicida más, los niños empiezan a pasar hambre, los recortes de servicios pasan factura por todas partes. Hay espectáculos hospitalarios que pensábamos no iban a reproducirse. La sensación de esfixia es total.

Hay cosas inverosímiles. Esa historia de la supuestas ventas de la Infanta es increíble y raya en lo alucinante que ni Hacienda ni nadie haya dado una explicación medianamente razonable a un país estupefacto. Y que, además, se teme lo peor. Esto es, que se trate de otra trama, esta vez de blanqueo de capitales. Sin duda este tipo de cosas abracadabrantes suceden de vez en cuando en todas partes. Pero no vienen en racimos, como en España, en donde el tesorero del partido del gobierno hasta hace nada ha acumulado, al parecer, una fortuna en Suiza; en donde un empresario avispado y jefe de la cofradía empresarial supuestamente saqueaba Cajamadrid con la anuencia y activa colaboración de su entonces presidente, hoy en la cárcel; en donde un "emprendedor" aun más avispado, había creado una red de empresas que vivían presuntamente de expoliar el presupuesto público durante años mediante compadreos ilícitos con los dirigentes y gobernantes del PP de muchos lugares, a bastante de los cuales, además, obsequiaba regiamente, bien en directo o por intermedio de "El bigotes".

Lo que muestra este espectáculo casi circense de una multitud de personajes dedicada a saquear las arcas públicas, repartirse el botín a lo grande y enchufar en la administración a parientes, deudos y amigos es que la vida pública española esta dominada por la codicia, para satisfacer la cual, muchos no paran en barras. Se ha generado una especie indiferencia colectiva, se han soslayado los criterios morales y hasta del buen gusto. Un alto cargo de la Generalitat, el nº 2 de la sanidad catalana, contrata con empresas de las que es apoderado. Que se sepa está bien; que se tomen medidas, mejor; pero lo asombroso es que se produzcan cosas así. ¿Cree el viceconsejero que no lo descubrirán nunca? ¿O cree que, si lo descubren, no pasará nada? Exactamente, ¿qué cree?

Y lo mismo cabe preguntar al presidente del gobierno, algún ministro y muy relevantes personalidades del PP. Al parecer, la acusación en el proceso por los papeles de Bárcenas ya ha cuantificado el monto total de los sobresueldos que se repartieron amigablemente los más altos dirigentes del PP en concepto de "gastos de representación". El más aventajado, según la acusación, es Rajoy, con 1.500.000 euros, seguido de cerca por su amigo Bárcenas, con 1.400.000 o así. Vienen luego gentes en torno a los 700.000/800.000 euros, como Aznar o Ana Mato y siguen otros con cantidades golosas, como Arenas o Álvarez Cascos. Lo primero que va a pedir la acusación particular es saber si esas cantidades se declararon a Hacienda. Nuevo baile de declaraciones que se prometen, sí, pero casi nunca aparecen o lo hacen incompletas. Luego hay que ver si el cobro de sobres es legal. Eso lo decidirán los jueces. Lo que está clarísimo, lo que es evidente en la opinión pública más palpable es que es inmoral. Que hayan estado cobrando sobresueldos dudosos quienes luego mermarían y recortarían los ingresos de los demás, clama al cielo. Que se subieran sus retribuciones un veinte por ciento cuando reclamaban que bajaran las del prójimo, no tiene nombre.

Por supuesto esto es, cuando menos, un asunto de honor, siempre muy sutil; de honor y de dignidad, que son los dos factores que fundamentan la autoridad del gobierno. La pregunta a un presidente que no aclara si recibió o no sobresueldos por valor de 1.500.000 euros es si cree que tiene alguna autoridad. Eso en lo que hace a él. En lo que hace a los ciudadanos, seguimos teniendo la sensación de asfixia y agravada por su comportamiento.

dimarts, 18 de juny del 2013

España cañí.


Subiéronse a un tren más rápido que el viento algunas autoridades del gobierno y el Estado. El vehículo lleva un acrónimo metafórico, AVE. Y algo de Ave Fénix tiene porque parece resurgir de sus cenizas burocráticas, hechas de planes desmayados, inversiones paralizadas, obras aplazadas. Vuela de nuevo el AVE. Llevaba al Príncipe, a Rajoy y dos ministros, de esos tan altamente valorados por la opinión pública. Hizo parada en Albacete para recoger a Cospedal y otra en Villena para incorporar a Fabra, con lo ya estaban los barandas de los territorios. Faltaba Ignacio González, el de Madrid, como también faltaba la alcaldesa Botella, pero eso es algo menor. Para la derecha, estando el presidente del gobierno, las otras autoridades no cuentan.

El AVE llegó con adelanto a Alicante. España ya no será el país de los retrasos; ahora será también el de los adelantos. Allí esperaba una representativa muestra de políticos locales, imputados por una alegre batería de delitos. Una fiesta a la sombra de los barrotes de una reja. Como en una peli de los Comedy Capers, Rajoy hizo todo lo posible por no encontrarse con la alcaldesa de Alicante, imputada en un caso de corrupción. No pudo evitar la foto, pero los contaminados estaban en los extremos. Bastante rollo había con el escrache a las puertas del solemne acto, que los pitos se oían mientras hablaba el Príncipe y hasta estalló un petardo. Para que encima, Rajoy, que ya tiene lo suyo con los sobresueldos y otras bicocas de la Gürtel, como viajes pagos, se viera del ganchete con una señora que parece predestinada al banquillo.

¡Qué ganas tiene el personal de amargar los momentos dulces de la vida! Escraches, malas caras, saludos "gélidos" (dice la prensa), esquinazos. Cuando el presidente llevaba un discurso de hombre de Estado y líder visionario. Lo tuiteaba La Moncloa a las cuatro de la tarde, al menos lo que se supone será el trozo que pasará a la historia: Este nuevo AVE nos ha de hacer ver que somos más que capaces de salir adelante. Somos un gran país a la altura de sus obras. La retórica de Rajoy en su más pura esencia. Rajoy crecido, haciéndonos ver a través del AVE que somos "más que capaces" de algo, lo que no está mal en punto a optimismo cuando la interrogante es si somos capaces a secas. ¿Cómo no? Exclama Rajoy cuando somos un gran país. Es una variante de su expresión favorita, tomada del título de un libro de Mayor Oreja, somos una gran nación. Es un hablar invocativo: se invoca la gran nación como el que invoca las legiones angélicas, y la invocación no hace aquella más real que estas.

Lo de la altura del país y sus obras no sé yo si el presidente no lo ha dicho al revés. Para cualquiera el sentido lógico de la propuesta es que sean las obras las que estén a la altura del país y no al revés. Pero el hombre se pone nervioso, ya se sabe, o quizá no alcance a leer su letra. Además, caramba, debe de estar emocionado al inaugurar una gran obra. Uno pensaría que, a fuer de católico, Rajoy no sucumbiría a la fascinación de las obras pues, para él la salvación solo viene de la fe y la gracia (lo cual casa mejor con su indolente carácter), pero eso sería no calibrar la importancia del concepto de obra en la mentalidad de la derecha española. Obra de Dios se llama su secta más conocida y la obra sirvió en último término para legitimar la dictadura de Franco. Fue uno de sus ministros, el también gallego Gonzalo Fernández de la Mora, quien elaboró la doctrina del Estado de obras. No había lugar a cuestionar la legitimidad de aquel régimen inicuo que se justificaba por sus obras, así como para los jesuitas el fin justifica los medios. Al contrario que en la teología.

Las dimensiones del asunto se observan al echar una rápida ojeada al estado general de las restantes obras públicas y que Diario.es ha recogido en un florilegio de despilfarros, abandonos, corruptelas : Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Deudas del organismo público con la banca: 417 millones de euros.- Ciudad de la Cultura de Galicia. Presupuesto: 300 millones. Ciudad de la Justicia de Madrid. Proyecto cancelado, presupuesto original: 500 millones. Ciudad del Circo en Alcorcón. Sin acabar, 120 millones gastados. Caja Mágica de Madrid. 290 millones de presupuesto, uso actual: dos semanas al año. Autopistas radiales de Madrid. Deudas: 3.500 millones. Cúpula de la Energía, Soria. Proyecto cancelado, inversión realizada: 52 millones. Palma Arena en Mallorca. Presupuesto inicial: 48 millones, final: 110 millones. Aeropuerto de Castellón. Presupuesto: 151 millones. Número de vuelos: cero.

Un desastre. Un país casi en almoneda en el que es posible viajar a trescientos kilómetros por hora entre una ruina y un proyecto sin acabar o entre una ciudad desierta y un aeropuerto fantasma. Y eso si no se pregunta su opinión a los catalanes que ven cómo Madrid ya ha llevado el AVE a su puerto pero el corredor del Mediterráneo sigue esperando. Esta en principio leve discrepancia encierra dos concepciones diametralmente opuestas de España como red. Todos quieren pensar en términos reticulares para ser modernos. Pero, mientras los nacionalistas catalanes piensan en una red distribuida (no meramente descentralizada) la derecha gobernante piensa en una red centralizada. ¿No hay un AVE de Madrid a Barcelona? ¿Qué más quieren los catalanes? ¿No pasar por Madrid para ir a Pamplona? ¡Qué pruritos localistas!. 

Por cierto, el presupuesto de este tramo del AVE inaugurado ha sido de unos 1.900 millones de euros, de los que 320 proceden de la Unión Europea. Gran país, ciertamente, que vive subvencionado.

dilluns, 17 de juny del 2013

El socialismo madrileño.


El PSM celebró este finde una convención regional en la que han participado Rubalcaba y Lissavetzky, además de Gómez, claro. En su discurso, el secretario general se ha referido a dos tipos de cuestiones, la general de España y la particular de Madrid. Con respecto a la primera, defiende el pacto alcanzado con el PP y lo hace con razones dignas de consideración. La principal es que el pacto incorpora los objetivos socialdemócratas clásicos; no es un pacto huero. Pero sigue sin ser convincente porque ¿qué significa esa incorporación? ¿Que Rajoy va a aplicar las políticas socialdemócratas ad intra? Eso no lo piensa nadie; ni Rubalcaba. ¿Significa que las aplicará ad extra, es decir, que las planteará (pues no se va a más que a plantear) en Bruselas? Es posible, pero inútil porque no será Bruselas quien haga lo que dicte Rajoy sino Rajoy quien obedezca a Bruselas. Por tanto, Palinuro se reafirma, el pacto es inútil.

Nota bene y actualización.

Va quedando claro que este pacto inútil no es más que una operación para embellecer la imagen del Rey, para que parezca que hace algo en vez de quedar como un gandul parásito y rijoso. Es decir, el Rey solo quiere una operación de marketing y los dos obedientes políticos dinásticos se prestan a representar este pequeño sainete para consumo interno que, al parecer, viene también avalado por consultas con los tres "jarrones chinos". ¡Ah, la alta política! Luego, Rubalcaba lo vende a las bases como un logro de la socialdemocracia. La socialdemocracia al servicio de la Monarquía. En el momento en que todo parece hundirse, en una crisis sistémica que cuestiona el orden político, el PSOE ha escogido campo: el trono y el altar. Es lo de siempre.



Pero hace bien el secretario general en defender el pacto. A lo hecho, pecho y algo de imagen de político de vuelos se le pegará. Menester es decir que acompaña la defensa de lo indefendible con otros razonamientos muy estimables. Se afana en afirmar que el pacto no significa que el PSOE condone las políticas internas del PP. Algo es algo. Sobre todo en materia de pensiones, es muy de agradecer que sea claro: el PSOE no firmará nada que lleve menos consenso que la anterior reforma y, por tanto, tratará de frenar el último expolio que bancos y aseguradoras quieren para hacer negocios privatizando las pensiones.

Lo más logrado desde el modesto punto de vista de Palinuro es la afirmación de que el PSOE derogará toda la normativa conservadora que haya mermado derechos de la ciudadanía. Dígalo más alto; repítalo; no lo deje para el final de su intervención; llévelo al inicio. Punto primero del programa electoral socialista: derogación inmediata de toda la legislación restrictiva de los derechos de la ciudadanía. Ahí están los votos de los trabajadores, los parados, las mujeres, los usuarios de la seguridad social, los jóvenes, los dependientes y los jubilados. Es más Palinuro sostiene que podía ser el punto primero de un hipotético programa común de la izquierda. 

Porque son derechos y no privilegios como acusa la derecha con el fin de mantener y acrecentar los que ella protege.

La segunda parte del discurso fue para Madrid. Para las perspectivas del socialismo madrileño. El orador empleó formas de mitin, asegurando que ya es hora de poner fin a 25 años de gobierno de la derecha en la región y vaticinando que los madrileños tocaremos de nuevo la justicia y la equidad cuando Tomás Gómez sea presidente. No lo dudo, pero faltan dos años. Un mitin en diferido. Un buen deseo que, para hacerse realidad, debe venir precedido de la capacidad de ver los problemas, de decir la verdad, no de ocultarla. Los buenos modales, la diplomacia de partido hacen que ni se plantee la cuestión candente que está en el ánimo de todos, esto es, ¿por qué lleva la derecha 25 años gobernando en Madrid y, de paso, también en Valencia? ¿Por qué son incapaces los respectivos partidos socialistas de ganar las elecciones? 

No vamos a hablar de Valencia porque aquí tratamos de Madrid pero como el antiguo reino es un ejemplo tan exagerado, merece la pena mencionarlo. El PSPV ha pasado por la vergüenza de que el PP, dirigido por un imputado y literalmente salpicado de fundadas sospechas de corrupción, amplíe incluso su margen de mayoría absoluta. Cuando un empeño colectivo fracasa de modo tan clamoroso, ¿no debiera realizar un trabajo de introspección, de análisis objetivo de los problemas, de revisión de su línea y sus supuestos? 

Algo de eso sucede en Madrid. Y aun peor. El Tamayazo, hoy en su décimo aniversario, probó que la corrupción anidaba en el seno del PSM. La imagen era la de una estructura partidista, basada en la administración de los cargos públicos (escasa y muy reñida por estar el partido en la oposición) y las relaciones de poder entre clanes con intereses distintos aunque con nombres rimbombantes. Tamayo pertenecía a una corriente interna llamada renovadores por la base. Genial. 

La financiación pública de los partidos (buena en principio, pero precisada de afinamiento) posibilita el enquistamiento de estas estructuras partidistas finalmente pobladas por profesionales de la política. El interés de estos, claro, es ganar las elecciones. Pero tampoco pasa nada si se pierden, pues raro será que los muevan de sus puestos. Resultado por la línea del menor esfuerzo: las elecciones se pierden. Los aparatos, sin prurito crítico alguno se reproducen repitiendo los mismos errores. Por ejemplo: un aparato gris y burocratizado presentará de candidato a la presidencia a una persona gris y burocrática. Palinuro profesa gran respeto por los sucesivos candidatos socialistas a la presidencia de Madrid y no mencionará a ninguno en concreto pero no puede pasar por alto que todos comparten una nota de grisura y medianía muy poco apropiada para nuestra época de imagen y espectáculo mediáticos. Ninguno pudo hacer sombra a Alberto Ruiz Gallardón y mucho menos a la neoliberal castiza y chulapa de Esperanza Aguirre. 

Así que aparatos burocratizados, escleróticos, repletos de intereses creados, inmersos en redes clientelares de grupos y clanes representados por líderes grises y anodinos de escasísimo tirón popular, es la explicación del cuarto de siglo de gobierno de la derecha y ¿no es la mejor fórmula para que esta pase otros 25 años campando por sus escasos respetos?

(La imagen, menos la peana, es una foto de Brian Snelson, en Wikimedia Commons).